El apurado come crudo
Estoy casada hace casi dos años. Trabajo, estudio, cumplo mis obligaciones como esposa, etc. Mi vida es una corrida. Mi esposo no tiene estudios y no tira hacia adelante. Todo lo resuelvo yo; soy el hombre y la mujer de la casa. Ya tuve un amante, pero terminé todo para comenzar una nueva vida con mi esposo, al final me casé para ser feliz. Sólo que hay un pero, él no me valora. Hay un muchacho que gusta de mí y lo conozco desde que estaba de novia con mi esposo, pero somos amigos. Él conoce a mi esposo y lo respeta. Él me ama, me valora y quiere que me case con él, porque le dije que no era feliz en mi matrimonio, y no lo soy. No sé si amo a mi esposo o sólo gusto de él. ¿Qué hago, me separo e intento ser feliz o sigo casada e infeliz viviendo de apariencias? Dejo bien claro que si me separo de mi esposo no es para casarme con mi amigo, porque ni a él lo quiero. Quiero si a un hombre que me haga muy feliz y sea un hombre de verdad para mí. Por favor, ayúdeme y no revele mi nombre. Llámeme de amiga.
Gracias y que Dios le bendiga. Enséñeme a ser feliz.
Este problema sucede porque muchos han puesto sus pasiones por encima de la razón. Apuradas por casarse, terminan comprometiendo, no sólo su futuro, sino sobretodo el de sus hijos, que no tienen nada que ver con eso. El resultado son hijos abandonados y sin ejemplo de los padres.
Quien quiera ser feliz tiene que comenzar su vida con el Creador de la felicidad.
Primero, entrega incondicional de su vida al Señor Jesucristo.
Segundo, abandonar los malos caminos y
Tercero, poner en práctica Sus orientaciones escritas en la Santa Biblia.
Él dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Ese es el principio de la felicidad.
¿Es fácil? No, no es. Pero, peor y más sacrificado es recoger los frutos del ejemplo de arriba por toda la vida. Al final de cuentas, ¿quién puede hacer lo correcto apresuradamente?
Que este ejemplo sirva de advertencia a los apurados en casarse de cualquier forma.